Abbath y su breve paso por Argentina

Por dónde empezar cuando ocurren tantas cosas en tan poco tiempo. Dicen que por el principio es la mejor opción, así que iremos por ahí.

Miércoles 13 de noviembre, en una Buenos Aires donde el calor y la humedad ya empiezan a sentirse fuerte. La banda noruega de Black Metal, Abbath, desembarcaba en nuestras tierras para presentarnos su último material de estudio: “Outstrider”
Con 2 fechas programadas en Argentina, una en el barrio de Palermo y otra en las tierras patagónicas de Comodoro Rivadavia, prometían dar un recital de culto al Black Metal.

La jornada transcurrió, y la historia se fue construyendo, de forma completa, con el correr de las horas, casi como una película de ciencia ficción.
Estaba estipulado que las puertas de Palermo Club abrieran a las 19hs, para el público en general, pero arribamos a las 21 horas y la gente recién comenzaba a entrar. Algo ya marchaba mal.

Nos comentan que el cantante: Olve Eikemo, más conocido como Abbath. Minutos antes se había asomado a la ventana del primer piso del lugar, para agitar a los fanáticos que se encontraban en la vereda. Y ya nos habían adelantado del estado del mismo, con bastante enojo por parte de la producción, y con un rotundo comentario “Este como este, lo vamos a subir al escenario, porque sino se pudre”.
Entre charla y charla, nos comentan que la banda había solicitado un secador, dato que en principio no parece relevante, y que despertó risas; “Black metaleros pidiendo un secador de pelo”. Pero creanme que este dato va a tener más sentido en el correr del relato.
Entramos al lugar y, antes que nada, voy a hacer una mención especial a MediuM y Descarnado, bandas nacionales que hicieron las veces de soporte de la fecha, a las cuales calificamos con un 10! Porque se comprometieron, toleraron la demora, los imprevisto y presentaron sus temas de principio a fin, como corresponde! Y, finalmente, fueron las únicas bandas que hicieron sonar metal en la noche.

Ahora empieza el show de Abbath, al mejor estilo del cine Z.

Contemplando el lugar desde la barra, se hace presente en la inmediaciones de la puerta de ingreso al lugar, el mismísimo Abbath. Con su característica armadura de cuero, su maquillaje blanco y negro y su guitarra Raven Dark en la mano. Hasta ahí todo normal.
Inmediatamente después de su aparición y de los primeros gritos de la gente al verlo, agarra su guitarra y la desintegra contra el piso del lugar. Haciéndola volar en pedazos.
Acto seguido, se abalanzó contra la gente aledaña, se abrazó con todos, empezó a gritar y mover sus brazos agitando a la gente, ante un círculo de celulares que filmaban toda la situación, con cierto asombro. Esto duró al menos 5 minutos. La bajista, Mia Wallace, pasó entre medio de la turba, totalmente desapercibida.

Después, Abbath, fue escoltado por la gente, como un héroe de guerra hasta el escenario, donde subió como pudo, y se quedó en una esquina con los brazos en alto, gritando e incentivando a la gente a gritar.
Hasta acá podríamos decir que fue una entrada no convencional, que despertó emoción por parte del público.
Pude ver a una persona alegre por tener en su mano el mástil de la guitarra de Abbath, y un gesto de una persona que repartía a sus dos amigos una astilla de guitarra para cada uno. Una suerte de trofeo de hermandad, que seguro perdurará en una anécdota infinita.

El asistente de sonido, y acá me detengo a valorar la paciencia de esa persona, consiguió otra guitarra, y con bastante esfuerzo, logró llevar a Abbath al centro del escenario y colgarsela, para que diera inicio al show. Se lo veía claramente desencajado de la realidad.
A todo esto, en el escenario estaba el baterista Ukri Suvilehto, que entre tanto revuelo nadie sabe como llego hasta ahi. La bajista Mia Wallace y Abbath. Pero donde estaba ‘Raud’ Ole André Farstad, la guitarra principal de la banda? Nadie lo sabía, y quizás, pocos lo notaron.

Empezaron los primeros acordes del primer tema, pero a los 30 segundos, Abbath se descuelga la guitarra, la tira al piso, grita y se lanza al público. La decadencia era evidente.

Sube nuevamente al escenario, el asistente le cuelga la guitarra por segunda vez, e intentan recomenzar el show. Otra vez sin suerte, en menos de un minuto la música vuelve a interrumpirse. Abbath golpeó el amplificador de la guitarra y lo movió de lugar, intentando mostrar que algo del sonido estaba mal. Pero lo que estaba mal era otra cosa.

La tercera es la vencida? No! intentaron arrancar el show de nuevo, con el mismo resultado de las veces anteriores, menos de un minuto y la música se frenó.
Ahora si, en un claro gesto de “no me importa nada”, Abbath se lanzó una vez más sobre el público, se abrazó de forma fraternal con un perfecto desconocido del público, y se pudieron ver lágrimas en sus ojos. La gente cantaba a su alrededor, saltaba, el balbuceaba en vaya a saber que idioma, hasta que finalmente se desvaneció.

El público lo levantó del piso, y hasta hubo quien lo subio de los pelos. Fue nuevamente conducido por la turba hasta el escenario. Le dieron una vida más!

El ya denominado “Gandhi” del sonidista, procedió con el protocolo, le colgó una nueva guitarra, con mucho más esfuerzo que las veces anteriores.
Cuarto intento! Comienzan ese bendito primer tema nuevamente, con el mismo resultado.
Abbath elige acercarse al sonidista, esta vez sin tirar la guitarra al piso, intentando buscar una solución. No se pueden hacer milagros, cuando estas pasado, estas pasado.

Entre todas las interrupciones, se pudo ver el intento de Abbath para animar a la gente, al grito de “Ole Ole Ole Ole”, la gente en un principio lo siguió, luego se canso.
Otra actitud que quiso utilizar, fue intentar imitar al mismísimo Lemmy, con la utilización de algunas de sus frase caracteristicas.

Lemmy tocó en Argentina por última vez, al borde de la muerte, con casi 70 años, pero terminó su show! Lemmy es Lemmy y Abbath es Abbath.

Finalmente, resignado por la situación, Abbath se despidió. Si, reconoció que nada podía hacer.
Mia Wallace intentó por todos los medios mantenerse como si nada hubiera ocurrido, haciendo poses, aferrada a su botella de vino y escupiendo este al publico. En una imitación bastante devaluada de simular el efecto de la sangre.

Apareció la gente de seguridad para escoltar a Abbath a los camarines. El público estaba dividido: algunos lo vitoreaban y otros lo insultaban. Se lo fueron llevando, pese al intento de este personaje por volver a seguir agitando con la gente.

Entró por la puerta de los camarines, la puerta se cerró, y todos nos preguntamos: Se viene un nuevo Hangar post Motorhead?
No, finalmente en el recinto no ocurrió el desmadre que muchos podíamos esperar. Algunos vieron esto como una evolución de madurez por parte del público, otros como una involución de pasividad absoluta frente a la injusticia. Si, la grieta está en todos lados.
Lo cierto es que, en los tiempos que corren, nadie está en condiciones de derrochar plata en la Argentina.

Hasta acá tenemos el capítulo I de la noche de Abbath en Palermo Club. Y, entre una incertidumbre de si en cualquier momento se pudría todo, develamos el misterio del secador. No era un secador de pelo!, era un secador de piso. La banda lo pidió en la previa a todo esto, y lo usaron para correrse mutuamente y, literalmente, cagarse a palos con el. Ahora se entiende un poco más porque todo termino como termino, y como estaban estos personajes horas antes del No Show.

Si bien a la salida, la gente del lugar indicaba que el dinero se iba a devolver, vivimos en la Argentina, y es entendible que la gente no crea en esas palabras, sin embargo nada justifica lo que pasó en el capítulo II de esta historia.

Ante los actos, y estando en la vereda sin mucho que hacer, nos fuimos a una pizzería cercana. Donde con orgullo ingreso una persona con parte del cuerpo de la guitarra de Abbath. Otro trofeo mas de esta bochornosa fecha, pero que sera una anécdota que perdurará.
Ahí nos enteramos de los disturbios de la puerta, donde al recolectar información de lo ocurrido, logramos obtener el siguiente testimonio:

Un grupo de gente, enojada con justa razón por lo sucedido, reclamaba el dinero de la entrada, mientras otros aprovechaban para sacarse fotos con Abbath, quien había aparecido en la vereda, como si nada hubiera ocurrido.

Acá la historia es un poco borrosa, pero se cuenta que se armó un tumulto, se involucró la policía, que como sabemos carece de instrucción diplomática para manejar estos conflictos, y al parecer alguien le pegó a un policía. Se desencadenó la barbarie!

5 patrulleros arribaron al lugar, hubo palazos, gente esposada y hasta amenazas a personas que filmaron la situación, por parte de la policía. Todo repudiable y evitable.

Al llegar nuevamente a la puerta, nos encontramos con una situación por demás bizarra. Abbath, la gente de la organización y la policía, labrando un acta de lo acontecido. Mientras dos personas permanecían esposadas a escasos metros del lugar. Si la banda hubiera dado su show, nadie hubiera terminado detenido y con este sabor amargo por lo acontecido.

Esto fue Abbath en Buenos Aires, la banda suspendió su fecha en Comodoro Rivadavia, sus fechas en Brasil y la productora finalmente cumplió su palabra de devolver el dinero.
El futuro de la banda? Solo se pronunció con un comunicado indicando “problemas de salud que deben tratarse”, literal. Siglo XXI, llámalo adicción.
Dónde está el guitarrista ‘Raud’ Ole André Farstad?, tampoco lo sabemos.

Esto es el verdadero Black Metal dirán algunos, esto es un papelón dirán otros. Sea como sea, se va a hablar durante mucho tiempo de este show, que no se dio musicalmente en el escenario, sino que se dio en un plano que nadie esperaba.

Cronica x Fotos x Leandro H Schenone
Fotos x Victor Guagnini